Mi columna de esta semana en
Invertia se titula «La inteligencia artificial y la educación personalizada» (pdf), y trata de reflexionar sobre las posibilidades de los algoritmos generativos aplicados a la personalización de la educación.
Del mismo modo que ya hace cierto tiempo que personalizar un algoritmo para que escriba con nuestro estilo partiendo de la incorporación de nuestros propios textos resulta ya relativamente trivial, me parece interesante plantear la idea de que un algoritmo sea capaz de aproximarse a la manera en que un estudiante prefiere aprender los conocimientos de cada materia, en función de su personalidad, su estado de ánimo o sus preferencias de formato, y cómo un algoritmo con acceso prácticamente ilimitado a toda la información del mundo podría administrar esa educación.
Eso implicaría el desarrollo de algoritmos personalizados entrenados con datos del alumno, lo que equivaldría en cierto sentido a disponer de un profesor particular para cada materia, permanentemente actualizado y con la mejor información en todo tipo de formatos, que se encargaría tanto de enseñar al alumno como de controlar su rendimiento en función de sus interacciones.