El
Paris Motor Show de la semana pasada se puede considerar, o al menos así parecen querer creerlo los analistas de la industria, como una prueba de que las compañías tradicionales de automoción están dispuestas a dar la batalla a
China en el segmento inferior del vehículo eléctrico, con varios modelos presentados por múltiples marcas en niveles de precios inferiores a los habituales.
El número de modelos nuevos eléctricos en exhibición ha crecido, y muchos de esos nuevos lanzamientos son más asequibles y más pequeños. Esto es exactamente lo que parece ser necesario para el mercado masivo, y aquí también es donde la competencia de los chinos es más dura.
Varios modelos lanzados por compañías como Peugeot, Renault o Citröen tratan de ofrecer alternativas interesantes a las marcas chinas, coincidiendo con la instauración de barreras arancelarias destinadas a encarecer los modelos de estas compañías y proteger así a la industria del continente. Compañías como Tesla parecen haber obtenido algunas excepciones para sus modelos fabricados en
China, mientras otras como Volvo, históricamente europea pero ahora propiedad de la
china Geely, están desplazando parte de su producción al continente para evitar esos aranceles.
Los datos del mes de septiembre reflejan un incremento en las ventas de vehículos eléctricos de un 30,5% anual, con el mercado chino marcando máximos históricos y superando la cifra de agosto, que era ya de por sí un récord absoluto.