Mi columna en
Invertia de esta semana se titula «Volkswagen: no será por no haberlo advertido» (pdf), y trata de poner en contexto la grave crisis de la compañía alemana, que por primera vez desde el año 1988 ha anunciado el posible cierre de tres de sus plantas, las tres situadas en la antigua
Alemania del Este, con despidos masivos para decenas de miles de trabajadores, en una situación de recorte de costes a la desesperada.
¿Qué le pasa a Volkswagen? Uno de los problemas más clásicos en estrategia: el de «stuck in the middle», o «pillado en el medio». Obviamente, es muy complicado o casi imposible que una compañía tradicional llena de petrol-heads que en su momento decidió que era una buena idea engañar a los tests de emisiones cambie de un día para otro, deje de fabricar los vehículos de combustión interna que la han llevado a donde está, y se dedique en exclusiva a fabricar vehículos eléctricos, pero es, sencillamente, lo que tendrían que haber hecho, por mucho que sus consultores de cabecera se tirasen de los pelos ante esa idea.
¿Por qué? Porque sencillamente, mientras no se desprendan de su parte tóxica nunca mejor dicho â la fabricación de vehículos de combustión interna â van a tener que, inevitablemente, seguir vendiendo a través de concesionarios, lo que hace que no puedan capitalizar el margen que esos concesionarios se llevan.