¿Sabías que el mismo año en el que
Atari experimentó el monumental batacazo comercial con E.T. su consola ya ofrecía a los jugadores un
Netflix de los videojuegos? La propuesta, de hecho, era básicamente el equivalente moderno al
Game Pass, aunque sobra decir que no se podía contratar online y había que ponerle un cacharrito a la
Atari 2600. El nombre de aquella locura tan adelantada a su tiempo:
GameLine.
Atari puso los cimientos de la industria de los videojuegos. Eso es así. Sin embargo, el mérito detrás de la iniciativa era de la compañía Control Video Corporation que respondía a las siglas de CVC. Y pese a que la empresa no sobrevivió a su propia revolución, no mucho a continuación se acabará convirtiendo en el gigante de la telecomunicación America Online. Entonces, ¿era un servicio exclusivo de
Atari como el
Game Pass en Xbox y Windows? En CVC no entendían de exclusividades.
Por ponernos en contexto, el origen de la iniciativa partió del empresario William von Meister, cuyo plan original no giraba en torno a ofrecer descargas de videojuegos sino música. ¿Por qué no se adelantó a Spotify o Apple Music? Las razones iban desde lo difícil que era convencer a las operadoras de cable a todo lo que tiene que ver con los derechos discográficos, de modo que tenía la tecnología, pero le faltaba el contenido.