El otro día hablaba con conocido que me comentaba que, cuando era pequeño, en el
Ayamonte de los años 60 y 70, iban al colegio con botas de agua. No solo eso, me decía, "recuerdo las casas blancas poniéndose verdes porque no paraba de llover". En aquel momento, no estaba seguro de si era verdad o se trataba de la nostalgia alterando los recuerdos de la infancia, pero viendo lo que está pasando en el extremo suroccidental de la península, no me extrañaría nada.
Y es que marzo de 2025, se acaba de se acaba de convertir en el mes de marzo más
lluvioso en varios sitios del país. Entre ellos, el observatorio de AAEMET Huelva - Ronda cuyo dato histórico máximo, desde 1985, había sido 164,6 mm. Ayer, a las 20:30, ya había recogido 169,2mm. Y quedan 20 días.
Un regalo envenenado. Aunque el tipo de lluvia que nos está llegando desde el Atlántico es fantástica y no tiene los niveles de torrencialidad de las DANAs, llegado un punto empiezan además a dar problemas. Primero porque no
tenemos infraestructuras que puedan recoger, acumular y distribuir todo ese líquido.
Como comentábamos hace unos días, la cuenca del Tinto, el Odiel y el Piedras estaba por encima del 94% de su capacidad. Eso lo situaba al nivel de las cuencas interiores del País Vasco y por encima de Galicia o el Cantábrico Oriental.