Las autoridades de la ciudad de
Londres comienzan a enfrentarse con las compañías dedicadas al alquiler de bicicletas eléctricas, como sucedió anteriormente con los patinetes eléctricos en casos como el de
París o, más recientemente, Madrid, en donde el
Ayuntamiento se quejaba de que las compañías que los gestionaban no estaban implantando las restricciones de zonas de circulación que prometieron.
Las razones también son repetitivas: en
Londres, el número de bicicletas eléctricas circulando ha pasado de 27,694 en 2023 a 37,694 en marzo de este 2024, con varias compañías bien capitalizadas compitiendo con modelos dockless que permiten dejarlas en cualquier sitio. Y cuando decimos «cualquier sitio», es literal: según un concejal de Westminster, «las bicicletas aparecen aparcadas en los lugares más increíblemente estúpidos».
Aunque las compañías multan a los clientes cuando dejan sus bicicletas en lugares no adecuados, las quejas continúan y el problema no parece solucionarse. Y mientras, que coordina todas las formas de transporte público en la ciudad, ve cómo su propia alternativa, las Santander Cycles pintadas con el rojo característico del banco que las esponsoriza y basadas en un esquema docked, con base en la que hay que recoger y dejar las bicicletas cada vez que se utilizan, pierden popularidad con respecto a los modelos dockless, que no están limitados al centro de
Londres y pueden dejarse en cualquier sitio.