A día de hoy todos conocemos a
OpenAI como la creadora de
ChatGPT, una de las IA de consumo más usadas por todos. Una empresa que nació en 2015 como una organización sin ánimo de lucro que buscaba "progresar en la inteligencia digital de la manera que más pueda beneficiar a la humanidad en su conjunto". Todo esto sin generar ningún tipo de retorno financiero y sin que llegara a importarle mucho el dinero.
Esto es un grave problema a la hora de mantenerse y atraer a los inversores. Es por ello que según ha informado
Reuters el escenario de empresa que conocemos a día de hoy va a cambiar radicalmente. Todo para ser más atractiva de cara a los inversores que son necesarios para nutrir y sanear sus cuentas bancarias.
Las fuentes consultadas apuntan a que Sam Altman está planteando una gran reestructuración en la que el objetivo es liberarse del control de la organización sin ánimos de lucro. Es decir, comenzar a ser principalmente una organización que sí tenga ánimo de lucrarse. Esto pasaría por dejar de tener el control del consejo de administración que fue el responsable de despedir a Sam Altman, además de dar el visto bueno a cada decisión destacado que se toma.
Este plan de reestructuración ahora mismo se encuentra siendo analizado por expertos legales y además por los accionistas de la compañía.