Con el
iPhone 16e, Apple ha dado un silencioso, pero firme paso a su independencia tecnológica. Lo ha hecho con el chip C1, un módem 5G que es ya histórico por el mero hecho de ser el primero en firmar la propia compañía. Sin embargo, marca un futuro prometedor y el fin a una turbulenta relación con
Qualcomm. Es el fruto de muchos años de esfuerzos y de disgustados. Y además de dinero. De mucho dinero.
Esta pregunta que hoy sonaría absurda, pues todos los
iPhone disponen de esta conectividad, era de lo más normal antes de 2020, año en el que salieron los
iPhone 12, los primeros de Apple con 5G. Tal fue el acontecimiento que no dudaron en repetir "5G" en el lanzamiento. Fueron alrededor de trescientas mil infinitas las veces que se pronunció aquello.
Apple llegó tarde al 5G. Al menos si miramos a su competencia y a lo que a ellos mismos les hubiese gustado. En 2019, Samsung fue de las primeras en lanzar dispositivos con dicha conectividad y lo hizo de la mano de
Qualcomm, compañía que un año antes había ya presentado las bases de los primeros módem que permitirían tener 5G.
Qualcomm y Apple, que habían gozado de muy buenas relaciones años atrás, llevaban ya un tiempo inmersos en una batalla judicial sin precedentes. Todo a costa de unos royalties que Apple les reclamó en 2017. La historia se fue enredando y se fueron celebrando juicios paralelos por otras denuncias, acusando a la firma de la manzana de robar secretos comerciales.