La globalización es una necesidad, o que se lo digan a Apple: el diseño de sus iPhone nace en Estados Unidos, la fabricación pasa por Taiwán, el embalaje pasa por Malasia y Corea del Sur y el ensamblaje final vuelve a China, India y Vietnam. Varios giros, en varias direcciones que ahora pueden implicar una sangría por las nuevas políticas arancelarias de Estados Unidos y China.

Mi columna en Invertia de esta semana se titula «Los aranceles, las Big Tech y la dulce venganza de Europa» (pdf), y trata de desarrollar, a partir de una muy interesante idea propuesta por el presidente francés Emmanuel Macron, lo que la Unión Europea debería hacer para responder a los aranceles y al desprecio de los Estados Unidos.

No hay tregua para las grandes tecnológicas. Esta misma tarde, la Casa Blanca ha hecho oficial un arancel del 104% a las importaciones procedentes de China. La decisión, que marca un nuevo pico de tensión en la guerra comercial que desató Donald Trump, no ha tardado en agitar los mercados. Las consecuencias han sido inmediatas.

Apple, la gran damnificada.

A unas horas de que entren en vigor los aranceles a China, la administración de Trump ya fantasea con producir el móvil de Apple en Norteamérica. Tanto el secretario de Comercio como la Casa Blanca declararon que Estados Unidos tiene los recursos para fabricar el iPhone.

A finales del 2019 Apple tomó una decisión con respecto a la fabricación del Mac Pro: se quedaría en Texas para esquivar la guerra comercial con China. Cinco años y medio a continuación Apple como el resto del mundo se encuentra con la disyuntiva de qué hacer ante una guerra comercial global. En Cupertino de hecho ya han tomado algunas medidas sorpresa.

Aviones llenos de iPhone. Como señalan en The Times of India, Apple ha querido adelantarse a la aplicación de esos aranceles.

Ha pasado casi una semana desde que Donald Trump anunció aranceles recíprocos para una gran cantidad de países, desatando la brutal caída de los más importantes mercados bursátiles del mundo. Situación que le ha costado muchísimo dinero a un sinfín de empresas de los sectores más diversos, incluyendo las del tecnológico.

China está valorando prohibir la distribución de películas estadounidenses como respuesta a la amenaza de Donald Trump de imponer aranceles adicionales del 50% sobre productos chinos. O eso se desprende, ya que la fuente original es un periodista chino vinculado al Partido Comunista. Un insider que suelta los globos sonda.

Durante más de tres décadas, Microsoft ha mantenido una presencia constante en China. Aunque el país representa solo una fracción de sus ingresos globales, la compañía de Redmond apostó por posicionarse allí con productos como Windows y Office, y con una red de centros de investigación orientados a colaborar con el ecosistema tecnológico local.

Medio mundo ya tiene miedo de lo que puede llegar a pasar con los nuevos aranceles de Donald Trump. La otra mitad, en cambio, ya está sufriendo las consecuencias al ver que sus fondos y acciones caen en picado por culpa de este anuncio.

En un movimiento que muchos interpretaron en su momento como un cálculo despiadadamente pragmático, las grandes compañías tecnológicas y los más importantes fondos de capital riesgo decidieron respaldar a Donald Trump durante su campaña electoral.