Hace unos meses, el pequeño e ingenioso gadget Rabbit R1 demostraba ser capaz de reservarnos una mesa en un restaurante o un Uber. No de sugerir que lo hagamos nosotros, ni siquiera de darnos instrucciones de cómo hacerlo: la máquina era la que realizaba la acción.
La clave estaba en la combinación de un tipo de modelos de IA (un LAM o 'Large Action Model') con un modelo de lenguaje como los que podemos encontrar en un chatbot cualquiera.